Y aún aparecía una segunda carta. La clásica carta dirigida al juez y que Mario había tenido el capricho de redactar en verso octosílabo. Como puede comprobarse:
A usted, espíritu fuerte
que va a llevarse el mal rato
de levantar mi 'yo' inerte,
mi propia mano le advierte,
de que con ella me mato.
Y que haya salud y suerte,
ya que no hay "abintestato".
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Fragmento de la novela ¡Espérame en Siberia, vida mía!, de Enrique Jardiel Poncela.
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